Ay, el amor, que bonito sentimiento que nos hace acariciar el concepto de lo eterno aunque solo nos dure 1 mes la emoción. Y sin embargo existe el amor verdadero, el que se sobrepone a tiempo, espacio y cuanto podamos imaginar.
Un ejemplo de ese amor verdadero tuvo lugar hace tiempo en un pueblito polvoriento, enclavado en la llanura coahuilense. De esos pueblos pequeños donde a veces hay mas aparecidos.
Era un día de lluvia con sol, una bruja se casaba en el monte, cuando llegó Artemio Quezada al pueblo. Venía de Saltillo con el propósito de poner un consultorio médico y la esperanza de encontrar una mujer con quien casarse.
Inmediatamente fue bien recibido por el pueblo, aunque un poco de tiempo le tomó hacerse a la idea de que no se volvería rico. Pero la falta de dinero era compensando con el aprecio y respeto de sus pacientes.
El doctor se volvió una de las figuras céntricas de cada tertulia y baile alos que asistía.
Las mujeres jóvenes anhelaban que el doctor las sacase a bailar. No era de extrañar ya que era, por mucho, el doctor era el mejor partido del pueblo. Pero el corazón del doctor encontró dueña casi llegando.
La dueña: Margarita de
Sólo una mujer como margarita le habría lanzado una cubeta de agua fría al doctor cuando este le invitó un refresco en la plaza; solo ella rechazaría al doctor para bailar con el bobo del pueblo; solo Margarita habría repelido a tiros de escopeta la serenata que el doctor le llevó.
Y sin embargo durante dos años, el doctor Artemio, no desistió en sus intentos de conquista, pese a las contundentes negativas de Margarita. Estaba endiosado con ella.
Se cumplían dos años de la llegada del doctor cuando Artemio sufrió una de las peores humillaciones tde Margarita, tan terrible fue que los testigos supieron que las cosas no serían lo mismo después de aquello.
Era suficiente, estaba cansado. Pensó en regresar a Saltillo o tomar rumbo a cualquier otro lado, Le dolía querer tanto a alguien y recibir aquel trato de su parte. Hizo su maleta, después mandaría por el resto de sus cosas. Abrió la puerta con la intención de no volver jamas.
El el umbral de su casa vio a Margarita, quien lo miraba con una expresión que no había visto antes.
- Perdón - dijo con voz tímida antes de salir corriendo.
Artemio la alcanzó, la abrazó, la besó. Margarita se dejó alcanzar, se dejó abrazar, y cacheteó al doctor Artemio después del beso.
Durante los meses siguientes floreció el noviazgo de Artemio y Margarita, el noviazgo mas extraño que hubiese visto el norte del país. Margarita lo seguía humillando a la par que le demostraba su cariño. Se trataba de una pareja de locos.
Llevaban un año ennoviados cuando Artemio le pidió matrimonio. Margarita llena de felicidad dio el si, con la sola condición de que ganara el torneo de baseball que se jugaría en región.
Artemio estaba confundido ¿a que venia eso del campeonato de baseball? Él nunca había jugado ¿Como se supone que llegaría a ser campeón?
Poco tardo en dejar de cuestionar para ponerse a entrenar. Eran extrañas las formas en que Margarita ponía a prueba su devoción. Ella que hacia y él que la seguía, sin duda los dos estaban lurias.
Entrenó con el resto del equipo y resultó que el doctor tenía buen swing, cuando le atinaba a la bola, porque el tino del pobre estaba para la vida.
Quedó en el equipo, pero influyó más la amistad y el respeto que se le guardaba que su habilidad como jugador.
No fueron pocas las tribulaciones que pasaron para llegar a la final contra Monclova. El deseo ardiente del doctor por Margarita fue el aditivo que aceleró los engranes del equipo en los momentos cruciales.
Monclova jugó bien, pero el equipo del doctor Artemio estuvo a la altura. Para sorpresa de todos, logró llegar al cierre de la novena con solo una carrera de diferencia.
Faltando un out para el final del partido y con las bases llenas, llegó el turno del doctor Artemio. Su tercer abaniqueo fue el bueno, mandando la bola lo suficientemente hondo para permitir que los hombres en segunda y tercera llegaran al home.
Condición cumplida le pusieron fecha a la boda, se nombraron los padrinos y se comenzó con la organización.
Margartia lucía radiante en su vestido blanco y el doctor nunca se había visto mejor.
El padre Pascual, fue lo suficientemente flexible como para casar a la pareja en la cascada en lugar de la iglesia (otro capricho de Margarita).
En el mismo lugar que se celebró el banquete y el baile.
Era un sábado de abril y llovía con sol.