lunes, 19 de abril de 2010

Le docteur Artemio a la plaine de Coahuila


Ay, el amor, que bonito sentimiento que nos hace acariciar el concepto de lo eterno aunque solo nos dure 1 mes la emoción. Y sin embargo existe el amor verdadero, el que se sobrepone a tiempo, espacio y cuanto podamos imaginar.


Un ejemplo de ese amor verdadero tuvo lugar hace tiempo en un pueblito polvoriento, enclavado en la llanura coahuilense. De esos pueblos pequeños donde a veces hay mas aparecidos.


Era un día de lluvia con sol, una bruja se casaba en el monte, cuando llegó Artemio Quezada al pueblo. Venía de Saltillo con el propósito de poner un consultorio médico y la esperanza de encontrar una mujer con quien casarse.


Inmediatamente fue bien recibido por el pueblo, aunque un poco de tiempo le tomó hacerse a la idea de que no se volvería rico. Pero la falta de dinero era compensando con el aprecio y respeto de sus pacientes.


El doctor se volvió una de las figuras céntricas de cada tertulia y baile alos que asistía.


Las mujeres jóvenes anhelaban que el doctor las sacase a bailar. No era de extrañar ya que era, por mucho, el doctor era el mejor partido del pueblo. Pero el corazón del doctor encontró dueña casi llegando.


La dueña: Margarita de la Garza, quien a pesar de tener 18 años, era la mejor cocinera, bailarina, la mujer mas acomedida, responsable e inteligente del pueblo. Eso si, con el carácter ya no de potranca, mas bien de diabla brava.


Sólo una mujer como margarita le habría lanzado una cubeta de agua fría al doctor cuando este le invitó un refresco en la plaza; solo ella rechazaría al doctor para bailar con el bobo del pueblo; solo Margarita habría repelido a tiros de escopeta la serenata que el doctor le llevó.


Y sin embargo durante dos años, el doctor Artemio, no desistió en sus intentos de conquista, pese a las contundentes negativas de Margarita. Estaba endiosado con ella.


Se cumplían dos años de la llegada del doctor cuando Artemio sufrió una de las peores humillaciones tde Margarita, tan terrible fue que los testigos supieron que las cosas no serían lo mismo después de aquello.


Era suficiente, estaba cansado. Pensó en regresar a Saltillo o tomar rumbo a cualquier otro lado, Le dolía querer tanto a alguien y recibir aquel trato de su parte. Hizo su maleta, después mandaría por el resto de sus cosas. Abrió la puerta con la intención de no volver jamas.


El el umbral de su casa vio a Margarita, quien lo miraba con una expresión que no había visto antes.

- Perdón - dijo con voz tímida antes de salir corriendo.


Artemio la alcanzó, la abrazó, la besó. Margarita se dejó alcanzar, se dejó abrazar, y cacheteó al doctor Artemio después del beso.


Durante los meses siguientes floreció el noviazgo de Artemio y Margarita, el noviazgo mas extraño que hubiese visto el norte del país. Margarita lo seguía humillando a la par que le demostraba su cariño. Se trataba de una pareja de locos.

Llevaban un año ennoviados cuando Artemio le pidió matrimonio. Margarita llena de felicidad dio el si, con la sola condición de que ganara el torneo de baseball que se jugaría en región.


Artemio estaba confundido ¿a que venia eso del campeonato de baseball? Él nunca había jugado ¿Como se supone que llegaría a ser campeón?


Poco tardo en dejar de cuestionar para ponerse a entrenar. Eran extrañas las formas en que Margarita ponía a prueba su devoción. Ella que hacia y él que la seguía, sin duda los dos estaban lurias.


Entrenó con el resto del equipo y resultó que el doctor tenía buen swing, cuando le atinaba a la bola, porque el tino del pobre estaba para la vida.


Quedó en el equipo, pero influyó más la amistad y el respeto que se le guardaba que su habilidad como jugador.


No fueron pocas las tribulaciones que pasaron para llegar a la final contra Monclova. El deseo ardiente del doctor por Margarita fue el aditivo que aceleró los engranes del equipo en los momentos cruciales.


Monclova jugó bien, pero el equipo del doctor Artemio estuvo a la altura. Para sorpresa de todos, logró llegar al cierre de la novena con solo una carrera de diferencia.


Faltando un out para el final del partido y con las bases llenas, llegó el turno del doctor Artemio. Su tercer abaniqueo fue el bueno, mandando la bola lo suficientemente hondo para permitir que los hombres en segunda y tercera llegaran al home.


Condición cumplida le pusieron fecha a la boda, se nombraron los padrinos y se comenzó con la organización.

Margartia lucía radiante en su vestido blanco y el doctor nunca se había visto mejor.

El padre Pascual, fue lo suficientemente flexible como para casar a la pareja en la cascada en lugar de la iglesia (otro capricho de Margarita).


En el mismo lugar que se celebró el banquete y el baile.


Era un sábado de abril y llovía con sol.

martes, 13 de abril de 2010

sombras y jazz


Hombre - Mujer una ecuación simple, y a veces mas, a consideración del universo.

Lugar: Una pequeña bodega que hace las funciones de estudio, sala de ensayos y centro de reunión social, siendo aquella tarde, la segunda opcion.

El hombre: sentado en una silla; rasguea su guitarra, perdido en la melodía manouchera del clásico de Consuelo Velázquez, las curvas contoneantes de su acompañante femenina y el sonido de su voz.

Mujer, de pie plantada frente al microfono con la postura de una reina, cantando con el flow jazzistico propio de aquella versión, concentrada en las curvas de la canción. Imaginando caricias propiciadas por los ojos de su acompañante masculino.

No hay que ser un narrador para saber que aquellos dos se traían algo bastante obvio, pero en lo que ninguno de los dos se había atrevido a dar un primer paso, el mas importante de todos.

Hombre, siente el impulso de ponerse de pie, dejar la guitarra a un lado y tomarla por la cintura, girarla sobre si misma, mirarla a los ojos, pero por un lado esta el miedo al rechazo, por el otro, esa cinturita de avispa que lo esta haciendo enloquecer.

Siente que le tocan el hombro. Al volver la mirada se topa con su sombra en posición de "¿me dejas tocar?"

El hombre un poco sorprendido le da la guitarra.

Su sombra sabe tocar; ocupa su lugar sin perder el ritmo ni cometer errores.

El hombre de pie y sin nada que hacer, se acomoda el cabello y camina hacia ella.

La sombra de la mujer se acerca y la desplaza, plagiando el microfono. La mujer, algo sorprendida por este irreal acontecimiento, busca a su músico acompñante, pero en la silla donde debería de estar sentado, encuentra la sombra del mismo ejecutando la guitarra.

La mujer, asustada, giró en busca del hombre. El hombre le tomó la mano y la calmó con una sonrisa.

Él hizo un ligero movimiento de cabeza que en todo el mundo occidental se pudo interpretar como un "¿bailamos?"

La mujer respondió a esta muda invitación una sonrisa del mismo tipo que acababa de recibir.

Manos del hombre al talle de la mujer, los brazos de la mujer alrededor de su cuello.

Se balanceron en un cuadrito de 25x25.

Ella recargó su cabeza en el pecho de él, sensación agradable para los dos.

Con el ultimo coro, al fin, hicieron caso de la letra de la canción y tuvo lugar lo tan largamente sugerido y querido por los dos.

La canción termina... se separan un poco y sin decir nada, ambos le dirigen una mirada a las sombras, una mirada de "echame otra".

Bailando en aquella bodeguita, hasta el amanecer...

No hay necesidad de decir que paso el resto de la noche, después de todo, cuando se tiene una situación "hombre-mujer" las cosas no son tan complicadas como todo el mundo dice que son.

en mi casa vive una bruja

En mi casa vive una bruja. Es muy vieja, viejisima, antigua, antiquísima. Se le pueden oler los milenios acumulados en los pliegues de la ...