jueves, 25 de febrero de 2010

Despertando



Saúl Díaz abre los ojos, esta rodeado de tinieblas. La temperatura del lugar es fresca, casi fría, pero eso nunca le ha molestado, al contrario.

Abre la boca y escapa un bostezo profundo, prolongado y lento, propio de un sueño tan largo como del que acaba de despertar. Intenta estirar sus entumidos brazos, pero no puede, una pared oculta por la oscuridad se lo impide, de la misma manera que con sus piernas.

De pronto el aire le parece poco y las paredes invisibles lo constriñen. La conciencia se apaga y el horror lo inunda. Quiere gritar pero ningún sonido sale de su boca. Intenta llorar pero sus ojos permanecen secos. Se estremece con todas sus fuerzas, con violencia, hasta que ya no puede más.

Quieto en la oscuridad, un pensamiento cruza su mente: la fuerza no lo ha abandonado, todo lo contrario. Con la determinación de un héroe de película, golpea los muros de la prisión usando sus manos desnudas.

Pasa el tiempo, un tiempo indescifrable, las horas y los minutos solo existen en la luz. Las paredes de la prisión han cedido, pero ahora se enfrenta con cemento y piedra. Los reconoce por el tacto, piensa que alguien lo debe odiar terriblemente para tomarse tantas molestias.

Un hambre atroz lo invade. Un hambre que le hace arder las entrañas, doler la cabeza y las extremidades, pero también lo llena con una fuerza que alcanza a reconocer como sobrehumana, solo entonces, el cemento y la piedra ceden.

Tierra, tierra fresca, tierra suave, tierra que lo acaricia y aunque el hambre no desaparece, por primera vez desde que despertó siente un poco de paz y placer. Como un neo nato se arrastra por entre la tierra que lo abraza, listo a nacer de nuevo, estira los brazos con desesperación y esperanza, y de pronto siente su mano ligera.

Es la sensación del aire, del mundo. Lo consiguió, es libre, conquistó su derecho a vivir. Por un instante olvida el hambre y sonríe tanto como puede en esos últimos centímetros hacia a la libertad.

Su cabeza alcanza la superficie y es cegado por la luz de la luna. El tiempo vuelve a pasar, los segundos recuperan su significado, le toma unos cuantos adaptarse a la luz.

Dirige al mirada al cielo y reconoce la estrellas y la luna, nunca le habían parecido tan bellas, ni tan grandes, ni redondas, ni coloridas. Finalmente deja escapar una lagrima. Al cabo de algunos minutos de contemplación baja la mirada.

Solo cuando deja de mirar el cielo se da cuenta de que esta rodeado de tumbas. De algunas provienen gritos ahogados, en otras la tierra comienza a moverse como si fueran a reventar y en las menos, se ven personas luchando por escapar de sus sepulcros igual que él.

Gira sobre si mismo y lee en piedra:

Saúl Díaz Vallejo.
1985 – 2010

El hambre a vuelto.

jueves, 4 de febrero de 2010

Rockabilly Road Race (rockabilly love II)

La carretera canta y lo hace de manera esplendida, pero no lo hace muy fuerte, por eso es que en la ciudad no la alcanzamos a escuchar. Para escucharla hay que alejarse del bullicio, andar por su mismo asfalto y prestar atención al sonido de su canción. Canción que arrulla, calma, incendia, seduce, excita y hace soñar, es aquella del la brea y piedra a su roce con el caucho, del viento en los oídos y los insectos estrellándose contra el parabrisas del vehículo


- Ohhh babe detengamos el auto, verte escuchando why dont we do it in the road es un suplicio -

- no piensas en otra cosa - responde ella con una sonrisa de depravación sexual autentica.

Dos amantes a pie de carretera, la luz es crepuscular, el mundo esta teñido de violeta, ella recargada contra el baúl del auto, él bombea desde atrás. Los beatles cantan a casi todo lo que dan las bocinas

why dont we do it in the road ¿cuantas veces usan ese estribillo en la canción?


El tiempo corre distinto, no se mide por minutos avanza según la temperatura del café, de las papas restantes en la bolsa y el numero del track que se escucha en el estéreo.


La noche esta cerca cuando retoman el camino y ella comienza a liar un tabaco, es un tabaco especial, su propia mezcla: mitad tabaco tostado de Nayarit, mitad marihuana hidroponica. Ha forjado por casi toda su vida, de niña su papa le pedía que liara sus cigarrillos, y desde hace casi 4 años ella comenzó a fumar, la vibración del auto no le resulta ninguna inconveniente.


Enciende el cancro con un encendedor zippo y se deja llevar por la voz de Paul Mcartney, quisiera una botella de bourbon, pero no hay. Le comunica su deseo a Jose.


Maria sigue fumando y deja acariciar su rostro por los dedos sensuales del viento.


La petición de Maria le a despertado la sed en el cogote a Jose, quisiera no una cerveza, algo mas fuerte, siempre le han gustado las botellas de jack daniels pero simplemente no tolera su sabor, le resulta vomitivo en toda la extensión de la palabra. Mas quisiera una botella de tequila “ginebra de jodido” piensa para sus adentros.


Como si fuera un fantasma, Jose, ve pasar un paradero de camiones por el rabillo de su ojo. De esos que dicen comida corrida y siempre tienen una pequeña cava de licores baratos y fuertes.


Maria quiere licor, el también y hace rato que no ejercita su vuelta en “U” con freno de mano.


Un rechinido de llantas después y una mentada de madre de parte de maria por no avisar lo que va a hacer los dos entran en el paradero. Hay tequila, frituras y refrescos.


El local es como todos los de esa naturaleza: unas cuantas mesas de carta blanca, una barra sucia y una encargada con mala cara. El interior es iluminado por una bombilla amarillenta de 60 watts; las paredes y techo están pintadas verde ungüento.

La noche es plena cuando retoman el camino. Desgarran la oscuridad con las altas y el violan el silencio con un mucho de rock and roll. Con cada kilómetro recorrido la botella de tequila se hace mas ligera igual que sus cabezas. En tanto scuchan rock & roll queen de los subways.


La botella a 1/3 de su volumen original obliga a Jose a estacionarse a pie de carretera. No puede mas, el tequila barato fue mas fuerte de lo que esperaba y las horas detrás del volante mas desgastantes de lo que supuso en un principio. Maria se ha quedado dormida en el asiento del copiloto. Paul la observa y suspira.


- dfgtyGFhvbn - escapa Jose cuando despierta. El sol de medio día lo golpea como un boxeador retirado. La boca seca y pegajosa. Dentro de la cabeza un millar de duendecillos de maguey haciendo trabajos de minería en su cerebro.


Se acelera al no ver a Maria dentro del auto. Sale en su búsqueda, la llama a gritos, 3 segundos exactos son los que que pasan del primer grito a la respuesta de Maria, sale de entre unos arbustos abrochándose la falda.


La preocupación de Jose desaparece con el puñetazo que le dio Maria en el brazo, por indiscreto.


Doscientos kilómetros mas adelante se detienen para comer/almorzar y cargar gasolina, el restaurante le da un aire a los diners del norte de estados unidos salvo por el menú completamente tex mex. Ella come ensalada con pollo, él una hamburguesa y papas en espiral. Acompañan con sendos refrescos de cola.


Salen del merendero renovados, cruda olvidada, estomago lleno. El día incluso los recibe con una luz mas benévola.


Cuando están por subir al auto llega un auto negro a cargar gasolina. Se trata de un cadillac 57, negro mate. Más halla de causar admiración inspira miedo.


Jose y Maria intercambian miradas, saben de quien se trata. Jose saca una cajetilla de cigarros del interior de su chaqueta. Solo quedan dos luckys en el interior, le alcanza uno a Maria, él se queda con el ultimo, el de la suerte. Se lo puso en los labios y lo encendió con el zippo. El ultimo cigarro, había decidido dejar de fumar.


Subieron y acomodaron el auto en la salida a la carretera. El auto negro se posiciono junto a ellos.


Suena el track 22, rumble de Lynk Wray.


Cada auto revoluciona su motor generando expectación en el paradero. Cadillac 57 contra chevrolet 58.


- no tienes porque hacer esto - dice maria con la mirada clavada al frente

- no me vengas con eso ahorita, ya sabes que yo por ti al mismo infierno - responde Jose antes de exhalar el humo del lucky, sonríe.

- eso temo - responde casi con un nudo en la garganta.

No tiene dudas de lo que esta a punto de pasar; sabe que va a perder, nació para eso, pero el vive para ganar. Perderlo o ganarlo todo en una jugada.


El tabaco sabe tan bien, lastima que sea el ultimo.


Voltea a ver a Maria, es bella, pero algo mas hay en ella, algo que lo ata y no puede explicar que. Perdió su libertad hace tiempo, cuando la vio a los ojos por primera vez.


Se termina rumble. Con el fade del ultimo acorde comienza casi de inmediato el ultimo track del disco. Arrancan los dos autos, queman caucho, sobre revolucionan los motores, experimentan 3g. Se

despliegan 1700 caballos de fuerza en la carretera.


El destino los llevo hasta ese punto, cada cigarrillo, cada botella, cada curva en la carretera. El destino es como una carretera va en una dirección y hay puntos por los que no se pueden evitar pasar.


Desgarran el viento con sus bólidos y el sonido de sus motores bestiales, rebasan trailers, sortean autos familiares. Van cabeza a cabeza y un buitre los ve pasar desde su mezquite.


Se aproximan a la curva. Jose desacelera y cambia de carril. El cadillac negro se adelanta. Jose acelera. El cadillac se frena para salir disparado en la parte mas cerrada de la curva. El chevrolet gira en casi 90 grados y saca 4 cuerpos de ventaja al cadillac.


El cadillac desaparece de la vista tanto de Jose como de Maria. Festejan.


El llamado de la carretera, a diferencia de su cantar, es bastante fuerte. Resuena dentro de la cabeza, dentro del pecho, nos hace hormiguear las suelas de los zapatos. Un llamado que no se puede ignorar sin hacer marchitar el alma.


El día se viste de violeta, han pasado varias horas, cuando vislumbran el cadillac negro cortando el paso. Apoyada contra el mismo una mujer. Edad indefinible, podría tener 15 años, quizás 20 tal vez 24. Jeans, blusa negra, chamarra de piel, converse clásicos, pulseras de picos, y una diadema coronada con cuernos un tanto realistas.


Paran y descienden del vehículo. la mujer se les acerco con un papel en la mano. Lo rompe frente a maria. Luego se plantó frente a Jose.


- buena carrera - dijo antes de plantarle un beso inocente en la punta de los labios. - llamenme cuando necesitan algo, ya saben la tarifa - agregó mientras caminaba de regreso a su auto.


EL cadillac negro arrancó a toda velocidad perdiéndose en el morado del atardecer.


Una hora mas tarde estaban de regreso en la ciudad. Esperaban su pizza en el local de Loui mientras observaban a la repartidora discutir con un nerd. La repartidora y el nerd mutaron su discusión en una sesión de besos incendiarios. Loui salió a tratar de separarlos. Maria rió ante el espectáculo.


Jose la observa reír y sonríe como no lo hacía desde que era niño.


en mi casa vive una bruja

En mi casa vive una bruja. Es muy vieja, viejisima, antigua, antiquísima. Se le pueden oler los milenios acumulados en los pliegues de la ...